Porto, amor a primera vista…

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Mamá en el río Douro.

Ya son 10 meses que deje Perú y coloque en mi maleta toda la esperanza y la ilusión de empezar de nuevo, en casi todo…

Llevo mi carrera sobre mi espalda con orgullo y algunos años de experiencia que aún los sigo aumentando. Mis rutinas no son las mismas y la vida misma tampoco, comencé a despertar sueños dormidos y a empezar a darles forma. Durante este tiempo no me permití grandes viajes, empecé a dedicarme a conocer Bélgica, sus pueblos, su gente, también sus fronteras cercanas y ahorrar para un momento y un viaje especial.

Y así fue que le dije por teléfono a mamá un día:

¿Que te parece si te vienes y hacemos ese viaje a Fátima?… Ella no lo creía, luego dijo si!

Pero como siempre tenemos a gente mala onda en la vida, en un momento desistió y me dijo NO, no iré, se preocupó del dinero, del viaje..que era muy largo, la duda se le vino y simplemente la negación estaba en ella…

En el fondo sabía que vendría, compre pasajes, realicé la ruta y simplemente le dije: No tengas miedo, tómalo como una aventura, una aventura nueva en tu vida, el dinero regresa pero los recuerdos y lo vivido NUNCA.

Y así fue que le hable como si fuera una experta de la vida y nada mas lejano que eso.

Al final ella vino, la espere con ansiedad, muy nerviosa en el aeropuerto y allí estaba con una sonrisa de oreja a oreja, ya había cruzado el charco por primera vez en su vida y SOLA.

A sus 67 años se animó a viajar sola.

Mamá en la librería Lello

Se encantó con Bélgica pero quedó perdidamente enamorada de PORTO y yo también.

Ya hemos viajado solas pero nunca tan lejos, tomamos el avión directo a Porto desde Luxemburgo, fueron 2 horas y 30 minutos de vuelo y ya estábamos en Portugal, un atractivo aeropuerto nos recibía, pero por dentro yo decía ¿ ¿y ahora??

Foto: Le Voyagedunpapillon

Seguí las instrucciones de mi pequeño cuaderno de viajes, tomamos un metro con la desconfianza que tiene uno cuando conoce a alguien por primera vez, después éramos los mejores amigos de la galaxia y así fue que empezó la aventura.

Porto nos dio más de lo que esperábamos, nos dio calor, color, amistad y risas. Cada calle, cada caminata fue perfecto, cada visita obligatoria a las iglesias fue un rezo por cada persona que conocemos. Conocimos todo, todo lo que estaba en nuestra lista, Fátima, Casa da Música, El río Douro, el Mercado, la librería todo vimos todo y todos nos dieron una mano si teníamos alguna duda, comimos rico, la diabetes de mi madre desapareció, las calorías no contaban en ese viaje solo contaba la vida, el disfrute y la experiencia.

Mamá conversando con Fátima

Viajar con mamá para mi siempre fue fácil, viajar con ella es devolverle todo lo que me dio, por ella sabemos mis hermanos y yo lo que es el trabajo duro desde pequeños, desde aquel restaurante que teníamos donde ella era el capitán de ese barco, si crecimos entre ollas y sartenes, entre catedráticos y estudiantes. La vida es simplemente eso, devolver lo bueno a las personas que amas.

Mamá en la Casa Da Música

Esta es mi forma de devolver a mi madre lo que me dio, hacerla cumplir sus sueños y que sepa que el mundo es más que su jardín y su huerto, más que ir al mercado los miércoles por la mañana.

más que eso.

Mili 🙂

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