Oostende… una lección aprendida.

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Foto: Le Voyage d’un Papillon

No siempre un viaje debe ser perfecto, a veces los días grises te sirven para aprender y entender algunas cosas y esto me pasó con Oostende.

Para mí la playa no me trae recuerdos y menos me relaja, debo ser sincera, pero prefiero el campo, la ciudad, la tierra y un bosque donde tirarme y contemplar el cielo.

Pero esta vez dejé que mi compañero de viajes decida y el decidió que era hora de tomar un poco de sol y cruzar todo el país para caminar sobre arena y tomar margaritas frente al mar, ya que la aplicación del tiempo dictaba días soleados.

GRAVE ERROR creer siempre en la tecnología…no hubo ni días soleados, ni margaritas y solo pisamos arena. Y es que Oostende nos recibió con lluvia, vientos huracanados; cero margaritas pero si chocolate caliente.

Foto: Le Voyage d’un Papillon

Oostende está ubicado aproximadamente en el centro de la costa belga; pertenece a la provincia de Flandes Occidental, eso quiere decir que solo hablan flamenco y muy poco el francés; Oostende está a pocos kilómetros de Brujas y es la ciudad donde los belgas pasan sus días de verano. 

Foto: Le Voyage d’un Papillon

Al llegar te encuentras con la Estación Central, actualmente está en renovación  todo el edificio, su fachada te da una gran impresión pero por dentro las reformas hicieron perder su encanto, esperemos el final de la renovación como queda!.

Bajamos del tren un poco preocupados por el clima pero la buena pinta que tenía la ciudad eso se fue a un segundo plano, decidimos caminar hacia la playa y en el camino el paisaje va cambiando, vas cruzando por grandes parques entre lagos y gaviotas que son las eternas y bulliciosas inquilinas de Oostende.

Foto: Le Voyage d’un Papillon

 Oostende no solo es playa, también tiene sitios con historia y lugares por descubrir

El  cruce en Barco llamado «Overzet Post – West» hacia el otro extremo de la costa y el costo es 0, totalmente gratis. Desde allí  podrás encontrar la Fortaleza de Napoleón del siglo 18. Napoleón por temor a que los ingleses ataquen el puerto de Oostende, dio orden a construir esta imponente fortaleza, después durante las dos guerras mundiales la fortaleza se convierte en un cuartel de artillería para el ejército alemán. Desde 1995 esta abierto al publico  y el costo es de 10€.

Foto: Le Voyage d’un Papillon

Foto: Le Voyage d’un Papillon

También Oostende es lugar para paseos por bicicleta, la ciudad es perfecta y hecha para los amantes de dos ruedas, puedes pasear por el bulevar que tiene 10 km de largo o simplemente recorrer la ciudad y perderte por sus callejones e impresionarse con la gran Iglesia de San Pedro y San Pablo, una iglesia de estilo neogótico realmente increíble y lleno de detalles.

Foto: Le Voyage d’un Papillon

No olvides visitar el gran Barco Museo Amandine, un barco que en 1995 retorna al puerto de Oostende por ultima vez, su ultima pesca en los mares de Islandia y volvió para quedarse y no salir mas al mar. Hoy es uno de los museos barcos mas visitados, está ubicado en el centro de la ciudad como dándote la bienvenida y un olor a brisa salada.

Por ultimo te puedes despedir de un día intenso en Oostende comiendo una de las comidas típicas de la ciudad los famosos «Moules» super recomendado!

Foto: Le Voyage d’un Papillon / Iglesia San Pedro y San Pablo


Y mi lección:

La lección fue que nunca un viaje será perfecto; es cómo la vida misma, no sabes que te tocará pero sí como enfrentarlo, decidimos darle la vuelta a ese mal clima y simplemente caminar a contra corriente, nos dejamos abrazar por ese frío salado y transformar lo gris por rincones coloridos.

🙂

Mili

 

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